jueves, 2 de mayo de 2013

¿POR QUÉ BRINDAMOS?

En las grandes ocasiones, el “chin chin” entre dos copas de vino, marca un espacio que generalmente se usa para manisfestar buenos deseos. En esta ocasión, ésta cepa busca en su memoria, hasta retroceder al origen del brindis y comprender un poco mejor su significado.
Es posible que su origen provenga del ritual religioso de la libación. En la antigua Grecia, los guerreros derramaban vino sobre un altar o sobre la tierra como afrenta a los dioses antes de partir a la batalla o en las ceremonias de vestimenta para la guerra. Este ritual aparece en las cerámicas y escritos de la época.


En el siglo IV A.C. los anfitriones griegos antes de los grandes banquetes, brindaban delante de sus comensales bebiendo en primer lugar asegurando al resto de sus invitados que el vino no estaba envenenado, costumbre que heredaron los romanos ya que también eran aficionados al uso del veneno.
Hay quien defiende que el brindis no sólo se realizaba para poner en contacto el líquido de los comensales derramando el contenido de uno sobre el otro para asegurar la buena fe de los interesados, sino que los invitados hacían chocar sus copas para llamar la atención de los sirvientes que rellenaban el líquido en cuestión.
La palabra brindis es más “reciente” y se remonta al año 1.527. En este año las tropas mercenarias germanas bajo el mando de Carlos V saquearon Roma. Cuando este llegó al escenario de la batalla, los militares germanos con las copas llenas de vino pronunciaron las palabras Ich bring dir´s (Yo te la ofrezco).
Hoy en día entendemos el brindis dentro de una celebración, componiéndose normalmente de tres partes:
-La parte verbal: donde el anfitrión o la persona indica la razón del brindis.
-La ratificación: donde el resto de los involucrados alzan sus copas o las chocan con los demás.
-El trago: donde mucho o poco, cada uno bebe de su copa.
Así pues , se dice que para ayudar a nuestros buenos deseos, participen los cinco sentidos: la vista y el olfato, el tacto en boca y el gusto y como no, el oído cuando brindamos.


“Mientras la uva llore, beberemos sus lágrimas,… ¡salud!”

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